viernes, 28 de agosto de 2015

Luna de Sangre - Fragmento 1º -

Habían pasado doce años pero todos los esfuerzos y sacrificios por fin estaban dando sus frutos. Parecía que su búsqueda de venganza nunca llegaría a nada, pero esa noche podría obtener verdadera información. Había dejado un camino cubierto de sangre para llegar hasta ese momento y nada la detendría en su búsqueda por descubrir quien había asesinado a su hermana. Su corazón latía desbocado como si estuviera a punto de explotar, le hervía la sangre y producía un ruido ensordecedor. Nunca había estado tan alterada antes, pero las vistas de la ciudad desde la cima de la catedral calmaron sus nervios como siempre que salia de caza. La luna estaba teñida de un rojo intenso como si supiera sus intenciones y le diera permiso para desatar su ira irrefrenable. Con las campanadas de media noche, desplegó el gancho de su brazo izquierdo, una prótesis mecánica que el profesor Niverio le regalo hacia diez años y descendió hasta la calle central. La reunión seria en el Templo Oscuro, la sede donde se organizaban las reuniones de las Familias. Y esa noche, todas ellas estarían allí, una oportunidad única. La ciudad estaba dividida en territorios, y cada territorio lo dirigía una Familia. La parte publica de estas se encargaban de los delitos menores, el control policial, sobornos, cobro de impuestos, eran la parte visible de estas organizaciones, dando la sensación que eran los que tomaban las decisiones. Pero solo cara al publico. El verdadero poder lo ostentaban los caudillos de las Familias, unos individuos con gran poder y que solo el circulo mas selecto dentro de las Familias conocía su identidad. En las sombras se encargaban del trafico de personas, drogas y poseían ejércitos privados de soldados y asesinos de élites. Incluso, los cuatro caudillos de las Familias mas poderosas eran quienes manejaban los hilos del monarca. Nadie ponía en duda su autoridad sin ningún tipo de resistencia por parte de nadie. Pero eso había cambiado, había aparecido alguien que les plantaba cara, y gracias a ella, todos esas Familias se reunieran esta noche. Por que durante los últimos cinco años, se había encargado de desmantelar poco a poco toda su red criminal. Había ido eliminando a integrantes de todas las Familias, haciéndoles perder dinero y desesperándoles por no conseguir nada en su búsqueda de los causantes. 
La calle principal estaba vacía, y la luna le confería a todo un tinte carmesí. El Templo se encontraba en el centro de la plaza principal, en plano corazón de la ciudad. No era un lugar clandestino que digamos. Toco tres veces el gran portón de hierro forjado con su mano metálica y dos veces mas después, y espero la respuesta. Sin esfuerzos y ningún ruido, la puerta giro sobre los goznes y atravesó el portal, entrando en un pasillo estrecho, iluminado débilmente por unas pocas antorchas en las paredes, separadas unas de otras por diez metros. Las sombras bailaban a su alrededor y el eco de las pisadas la seguía. Al final del pasillo había otra puerta, mas pequeña que la primera y bañada en reluciente plata bruñida. Tras ella se encontraba la gran sala de los protectores. El nombre procedía de los tiempos en que los Sacerdotes de Fuego, una orden de monjes pirománticos se asentó en esas tierras para ayudar a sus gentes tras la Gran Guerra. Pero hacia mucho tiempo que los sacerdotes habían abandonado esos muros, que ahora estaban invadidos por las almas mas oscuras de la ciudad. Era una habitación circular de grandes dimensiones, sus paredes estaban repletas de unos fuegos fatuos de un blanco lechoso que vertía una luz viscosa sobre la gran mesa central. Al rededor de la mesa había doce sillas de gran tamaño, cuatro de ellas con un cabecero un poco mayor que las demás para los cuatro caudillos superiores, y al lado de cada una de estas sillas, otras seis mas pequeñas, tres a cada lado, para los miembros de la cúpula de cada caudillo. Setenta y dos sillas al rededor de la gran mesa y todas ellas menos una estaban ya ocupadas. Todos llevaban mascaras de animales, cada Familia tenia un animal, y además eran de colores distintos dependiendo del puesto en la cúpula, y todas esas mascaras se centraron en ella, clavando sus ojos a la espera de que tomara asiento. No hubo ninguna reacción de alarma ni gesto alguno porque ella también portaba una mascara, ya que al mismo tiempo que había estado cazándoles, también había conseguido ser miembro de una Familia y ascender hasta ser la Comandante de Asesinos y formar parte de su cúpula. Nadie en esa sala sabia que ella era a quien buscaban.

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